El holandes errante.
Juan y yo conocimos el Sábado, cuando saliamos en bicicleta, a Joseph, un holandes que venia desde su país, en bicicleta.
Un tipo curioso, que había organizado su vida de tal manera que le permitía trabajar 5 o 6 meses al año y dedicar el resto a viajar, principalmente en bicicleta. No penséis que era empresario o había heredado una fortuna o le había tocado el euro-millón, no, nada de eso, era jardinero, con dos ...
No viajaba con lujos (bicicleta, tienda de campaña, un par de bolsitas y poco más), tenia que mirar bastante el euro (se alojaba en camping y hacia referencia a lo caro de algunos sitios como Noruega) y sin embargo su continua sonrisa nos presentaba a un tío feliz o por lo menos, que estaba haciendo lo que le gustaba.
Una bicicleta, algo de ropa y un poco de dinero es lo que algunos necesitan para sentirse a gusto en este parte del mundo, occidental y globalizado, exprimido por el consumismo y que se mueve al ritmo del dinero. No solo en los países del tercer mundo la gente es capaz de vivir con poco, también aquí, en la vieja Europa, podemos encontrar personas que tienen poco y no quieren más, son pocos y quizás estén en vía de extinción, pero por lo menos a mi, un alma vendida al capitalismo, me reconforta encontrarme, de vez en cuando, con algunos de ellos, son como el foreño que alivia las calurosas tardes de verano.
Buen viaje Joseph.
Si quiereis leer el relato más detallado, os mando al blog de mi amigo Juan, para que podais conocer toda la historia.
Un tipo curioso, que había organizado su vida de tal manera que le permitía trabajar 5 o 6 meses al año y dedicar el resto a viajar, principalmente en bicicleta. No penséis que era empresario o había heredado una fortuna o le había tocado el euro-millón, no, nada de eso, era jardinero, con dos ...
No viajaba con lujos (bicicleta, tienda de campaña, un par de bolsitas y poco más), tenia que mirar bastante el euro (se alojaba en camping y hacia referencia a lo caro de algunos sitios como Noruega) y sin embargo su continua sonrisa nos presentaba a un tío feliz o por lo menos, que estaba haciendo lo que le gustaba.
Una bicicleta, algo de ropa y un poco de dinero es lo que algunos necesitan para sentirse a gusto en este parte del mundo, occidental y globalizado, exprimido por el consumismo y que se mueve al ritmo del dinero. No solo en los países del tercer mundo la gente es capaz de vivir con poco, también aquí, en la vieja Europa, podemos encontrar personas que tienen poco y no quieren más, son pocos y quizás estén en vía de extinción, pero por lo menos a mi, un alma vendida al capitalismo, me reconforta encontrarme, de vez en cuando, con algunos de ellos, son como el foreño que alivia las calurosas tardes de verano.
Buen viaje Joseph.
Si quiereis leer el relato más detallado, os mando al blog de mi amigo Juan, para que podais conocer toda la historia.
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